En innumerables ocasiones nos
hemos planteado esta pregunta, cuya respuesta no está claramente definida, porque se trata de una actividad
muy personalizada y cuyo objetivo obedece a características individuales.
Es indudable que, como todo objeto transable, cuenta con comerciantes
muy conocedores del tema y que obtienen legítimas ganancias al vender o comprar
sellos, y que proporcionan estos elementos, basados en leyes de mercado y en
catálogos especializados. Para el filatelista constituyen un valioso apoyo para
incrementar día a día sus colecciones que tanto placer provocan.
Sin embargo es conveniente aclarar algunos puntos que conciernen al
filatelista puro, que no busca lucrar, sino su propia satisfacción personal,
porque está consciente que cuando llegue
aquel día en que no
pueda disfrutar de su colección, es muy difícil obtener el verdadero valor que
compense sus desvelos y preocupaciones mantenidos pacientemente y en forma
constante a lo largo de los años.
Es necesario destacar que es posible que aquellos que han logrado
acumular grandes valores en sellos
escasos, sobres, u otras piezas filatélicas exclusivas, puedan recuperar su
costo e incluso obtener ganancias, pero considero que no es lo habitual, y que
no corresponde al filatelista común y corriente.
El coleccionismo en general es una actividad propia e inherente al ser
humano y que se inicia en su más tierna infancia, y no siempre otorga
recompensas en el largo plazo, más bien origina gastos y compromisos que se deben cumplir en el afán de obtener
satisfacción en el momento presente.
Existen innumerables ejemplos, que se han explotado comercialmente, con
mercadeo y otras técnicas, que prácticamente llevan al coleccionismo de
diferentes elementos tales como tapas de botellas, botellas, cajetillas de
cigarros, piedras, conchas, monedas, ceniceros, fósforos, boletos de carros,
tarjetas telefónicas, fotos, estampas de deportistas, piedras y otros.
En fin hay demasiadas especies susceptibles de ser coleccionadas, que
nos llevan a iniciar y mantener el pasatiempo que elijamos, aún cuando nos induzcan a interesarnos mediante propaganda comercial dirigida al
consumo, con objetivos claros y precisos, o por iniciativa personal libre y
voluntaria.
Por otra parte es indudable que existen colecciones al alcance solamente
de algunos económicamente privilegiados ,
que pueden realizar cuantiosas inversiones para obtener libros de primeras emisiones, obras de arte, postales
, autos antiguos, porcelanas finas, caballos
de carrera, joyas, antigüedades…
Pero el disfrute de cada colección por modesta que esta sea, es un
incentivo permanente, que otorga satisfacciones personales a quien lo mantenga
y persevere en el tiempo.
Mirado bajos estos conceptos, la Filatelia, o coleccionismo de sellos, tiene
algunas ventajas comparativas:
· Existen Sociedades Filatélicas organizadas, en donde
se incentivan los intercambios sean programados o espontáneos.
· Hay Catálogos especializados y documentación
actualizada.
· El Mercado dispone de todo tipo de elementos
complementarios para facilitar este pasatiempo.
· Es posible participar y exponer, sometiendo nuestros
logros a la crítica constructiva de los colegas y amigos tanto nacional como
internacionalmente.
· Sin embargo, a mi juicio, lo más importante, es que nos permite alternar y compartir con otras personas e integrarse a este selecto
mundo, en donde no debe reinar la desconfianza, en donde todos somos iguales y
en donde cada cual participa, sin exclusiones ni menoscabo aún cuando su
colección sea modesta, porque debe imperar la tolerancia y fraternidad entre
sus miembros.
Por tratarse de grupos humanos, no siempre se dan estas condiciones
ideales, pero podemos soñar que algún día logremos todos sentirnos que somos
considerados en un mismo nivel en
sentimientos, aunque nuestras colecciones difieran largamente en cuanto a
calidad y valor comercial.
Lo que verdaderamente importa es el espíritu, la perseverancia, el
estudio, el conocimiento y la convivencia entre los filatelistas.
Es importante incentivar este pasatiempo, aconsejar a los novatos y
destacar sus logros, de modo que se sientan felices y realizados, aún cuando
sus colecciones sean de bajo valor comercial.
Los comerciantes en el rubro, en general están lo suficientemente
comprometidos con sus clientes, tienen conocimientos amplios sobre la materia,
ofrecen y buscan aquellos sellos que necesitan, como una forma de incentivarlos,
al mismo tiempo que hacen su negocio, en forma responsable y honesta, evitando
comercializar sellos que a sabiendas podrían adolecer de fallas o ser
fraudulentos.
Para el coleccionista no tiene mucho sentido, por ejemplo, adquirir una
colección completa de algún tema o país, porque pierde el interés o incentivo
personal. Es como hacer un viaje llegando rápidamente a la meta sin conocer y disfrutar el camino.
Cada pieza coleccionada pacientemente tiene una historia diferente, en
cuanto a su origen, circunstancia propia o al esfuerzo desplegado para
conseguirla, por lo cual su valor
personalizado es inherente a la pieza y al coleccionista y no necesariamente
corresponde al valor que fríamente marcan los catálogos.
Los catálogos uniforman, generalizan
y solamente dan valores referenciales, para permitir regular el intercambio de forma más o menos
comparable, pero lo importante es la satisfacción de ambas partes.
También es cierto que algunas veces nos sentimos frustrados al constatar que existen piezas filatélicas fuera
de nuestro alcance. Simplemente debemos asimilar esta realidad, porque
también tenemos otras prioridades que no debemos comprometer, en aras de
incrementar nuestra colección.
Esto es parte de las limitaciones de la vida misma, y no debemos
olvidarnos que esta actividad constituye un pasatiempo personal, no un vicio, por
lo cual nuestro egoísmo debe ser
controlado racionalmente.
Tratando de responder la interrogante planteada, podemos concluir
que Filatelia no es un negocio en sí,
sino más bien una actividad voluntaria que busca la satisfacción de necesidades
espirituales, a través del de
conocimiento y cultura y su fin último es integrar a las individualidades en un
gran plan que permita perfeccionar a las personas, sin distingo alguno, tratando
de eliminar los prejuicios que las diferencian por historia, religión,
política, estrato social o económico, sin
pensar solo en el lucro.
Eugenio Morales Torrealba